Yo crecí en la iglesia. Dos años antes que yo naciera, mi mama recibio a las misioneras y decidió bautizarse. Tuve el privilegio de conocer el evangelio a temprana edad de mi vida. Durante mi 36 años en la iglesia he visto buenos líderes y lamentablemente he visto líderes que aún tienen algo que aprender. Cuando tenía 15 años los líderes me hicieron fácil tomar la decisión de apartarme de la Iglesia. Cuando finalmente decidí regresar, pude analizar las acciones de los líderes que me habían dañado tanto, me di cuenta de tres grandes problemas que han tenido impacto de mi vida. Los escribo para el beneficio de los demás.
La manera de corregir es con amor, no con negatividad.
En una ocasión estaba pasando por un tiempo difícil y no quería entrar a mi clase de la escuela dominical. Andaba en el corredor mientras que terminara la clase. Un domingo un consejero de la escuela dominical me llamo mientras andaba en el corredor. Yo, esperando un regaño, me acerque y para mi sorpresa el hermano solo puso su brazo sobre mi hombro y me dijo, “Jake, tu eres un buen chico, te amo.” Hasta hoy en dia no me recuerdo de ninguna lección de la escuela dominical, pero 20 años despues recuerdo como me hizo sentir ese hombre. El llevaba el amor de mi padre celestial. Nunca olvidaré lo que me dijo.
En otra ocasión mi hermana tuvo una experiencia que vale la pena repetir.
Hubo una experiencia en particular que recuerdo bastante clara porque me ayudó a distinguir entre cómo debería actuar, incluso si mis líderes no actuaran como deberían. En ese entonces, las Mujeres Jóvenes acudían a la sociedad de socorro una vez al mes para realizar ejercicios de apertura. Uno de los líderes les estaba pidiendo a las chicas que participaran y cuando se acercó a mí y a mi madre, dijo: “Kylee. Estarás haciendo la oración de apertura ”. Y comenzó a alejarse. Pero mi mamá la detuvo y dijo “No. Tienes que preguntarle a mi hija si puede hacerlo “. Y ella solo se rió y dijo algo en el sentido de “bueno, realmente no tengo que hacerlo. Ella lo hará”. Y mi mamá la detuvo nuevamente y dijo:” No, Ella tiene una opción. Necesitas preguntarle a ella. No le mandes. ”Entonces se detuvo y me preguntó si lo podria hacer y dije que sí y se fue la hermana. Y una vez que se fue, mi mamá me miró y dijo: “¡¡Y Kylee, debes siempre decir que sí !!”
Lamentablemente he visto líderes tratando de corregir a los jóvenes con negatividad. El llamamiento de trabajar con los jóvenes es uno de los llamamientos más sagrados que hay. Los jóvenes apenas están entendiendo el mundo. Están tratando con sus propios pensamientos. Están pasando por un tiempo de inseguridad. Ellos necesitan alguien para apoyarles.
Hay una obra de teatro muy famosa entre la Iglesia que se llama “Los guerreros del Sábado” que se trata de un joven que está teniendo dudas en la vida y está entre los amigos que no son muy buenos y la familia. Esta muy confundido. El canta una canción que me ha impactado.
Quién soy,
¿A dónde voy?
Aquí me siento solo
Sin saber por qué.
Prepárame
Estoy muy desanimado
Ayuda, creo que voy a morir.
Como duele
De ser un nadie
Cómo me gustaría
que fuera alguien realmente amado.
Prepárame
Soy un gran fracaso.
Que el cielo me ayude, arriba.
No hay alguien con una mano de sobra?
¿Quién me puede ayudar a llenar el vacío que tengo?
¿No hay alguien que
me acepte como soy?
Tómame ahora,
Estoy tan solo.
Alientame
Me estoy hundiendo lentamente
La autoridad del llamamiento es limitado
Una vez, donde vivía, el otro barrio iba tener un baile e invito a nuestro barrio. Nuestro obispo rechazó la invitación por alguna razón. Mis hermanos y yo teníamos muchos amigos en el otro barrio y ellos nos invitaron personalmente. Fuimos y nos divertimos. El proximo domingo el presidente de los hombres jóvenes acuso a mi padre de traicionar al obispo porque él había dicho que el barrio no iba a participar.
Los líderes de la iglesia no tiene más autoridad de un padre. Si mis padres me dieron permiso de ir al baile entonce es suficiente. Los líderes de la iglesia no deben meterse en las decisiones de los padres ni criticarlas. Los padres tienen todo el derecho de guiar a su familia.
Durante mi juventud tenía muchas amigas. Tengo dos hermanas mayores y sus amigas se convirtieron en mis amigas. Nos abrazamos y andábamos brazo en brazo mucho. Hasta hoy en día somos muy buenos amigos. Un dia estabamos en una actividad y una amiga y yo andabamos del brazo. La presidenta de las mujeres jóvenes aparentemente pensó que no era apropiado y nos dijo que nos separaramos. Empezo a explicarnos que tan inapropriado era. Yo le expliqué que estaba bien pero insistió que no era bien, que “se veía mal.” Ella dijo que iba a hablar con mis padres. Yo me reia y decia “por favor.” Mis padres sabían de eso y no era un gran cosa pero ella los regañó por dejarme hacer eso. Al final mis padres les explicaron que ellos tenían la autoridad en la familia y que ella no tenía derecho de contradecir a los padres.
Los líderes no deben interferir con los padres en ningún momento.
Hay que enfocarse en el espíritu de la ley.
La misión de Cristo fue de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna de todo el mundo. En muchas ocasiones el perdono personas que según la ley eran culpables. En una ocasión los fariseos le trajeron una mujer que habia cometido adulterio. Ellos le explicaron a Cristo que la ley decía que tenían que apedrear a la mujer y le preguntaron a Jesucristo que opinaba. Cristo respondió: “El que este libre de pecado tire la primera piedra”. Después de que todo los acusadores salieron Cristo preguntó a la mujer “¿No hay nadie que te condene?” La mujer respondió “no hay nadie.” Entonces el Señor respondió “Tampoco te condeno yo, ve y no peques más.” El Señor en su infinita sabiduría entendió que su propósito no era para condenar, sino salvar las almas de las personas. De igual manera el propósito de los líderes es de salvar no de condenar. No hay que buscar razones para regañar o llamar la atención a nadie sino ayudarles a progresar. Las reglas son importantes, pero no tan importantes para olvidar de las almas de los jóvenes.
Cuando era joven en mi segundo año de seminario en mi barrio decidieron dividir la clase, por ubicacion geografica en lugar de edad, como lo habían hecho antes. Me toco una maestra de mi barrio que por algunos años me había tratado mal. No nos llevamos bien para nada. Cada vez que iba a su clase me regañaba y me trataba mal. Un dia fui a la otra clase donde me sentía bien. Algunos días después mi obispo me dijo que tenía que regresar a mi propia clase. Le expliqué la situación pero me dijo que habían puesto las reglas y tenía que obedecerlas. Nunca mas regrese a seminario y me inactive de la iglesia por tres años. Me enseñó que las reglas eran más importantes que el aprendizaje. Es cierto que hay reglas pero más importante son las almas de los jóvenes.